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Cesáreo Pardal: “Volvería a estudiar Derecho”.

Cesáreo Pardal quería ser médico, pero la deficiente formación en materia científica en su Padrón natal acabó por conducirle a la abogacía. Hoy, después de cinco

décadas de ejercicio, dice no arrepentirse. “Lo estudiaría de nuevo”, contesta a la pregunta de si se volvería a matricular en Derecho. No en vano, puntúa con siete sobre diez una carrera que comenzó como pasante en el despacho de José Domínguez Noya, en compañía de otro colega cincuentenario, Antonio Platas.

La profesión, cuenta, le ha aportado “trabajo, dedicación y, sobre todo, mucha responsabilidad”. En este sentido, recuerda que nunca se negó a defender a clientes que no podían abonar sus servicios. “Había que volcarse para hacer justicia con la gente sin recursos”, asegura, y rememora el caso de una señora a la que su propio hijo echó de casa para hacerle hueco a su pareja. Tras ganar el pleito en las dos instancias, la mujer le prometió que juntaría el dinero para pagarle, lo que él rechazó. “La defiendo a usted –le dijo Cesáreo– como si fuera mi madre. Unos días después me llegó al despacho con un queso de su tierra; no pude decirle que no”.

A día de hoy, aunque por cuestiones de salud ya no va a los juzgados, todavía ejerce en su despacho de Santiago de Compostela, donde siempre trabajó. De hecho, cuando se realizó esta entrevista acababa de finalizar un escrito. “Sin perjuicio de seguir cazando y pescando, que son mis verdaderas profesiones. La abogacía es el hobby”, bromea.

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